Una Joven personera del Liceo Navarra, Grado 11 , https://twitter.com/__mariasilva, por si quieren seguirla,PUBLICA ESTE MUY BUEN ENSAYO.
¿Tiene sentido éste
enfrentamiento?
Seguramente
identificas con facilidad que las siglas CI hacen referencia al coeficiente
intelectual, debido a que tanto el modelo tradicional educativo y la sociedad
le han dado mucha importancia al mismo, a las competencias cuantitativas de las
personas, dejando a un lado las competencias emocionales; enfocándose así
solamente en las notas o en las habilidades académicas y olvidando capacidades
con igual importancia, el segundo integrante de éste enfrentamiento: CE,
nuestro coeficiente emocional.
La
educación tradicional promovió la clasificación de los estudiantes, dando lugar
así a la discriminación de los mismos. Se incentivaron las competencias,
entendiendo competencia de una manera “no sana”, se priorizaron las capacidades
cuantitativas de las personas sobre las capacidades cualitativas, se le empezó
a dar más importancia al resultado que al proceso, se empezó a valorar
solamente al que ocupara el puesto número uno, al mejor, al sobresaliente;
creando así prejuicios e ideas erróneas de lo que en sí era tener una formación
integral, pues los estudiantes que se destacaban, al momento de perder algo en
su vida se sentirían frustrados, y los que no estaban dentro de los mejores
estudiantes, creerían que no eran capaces de hacer algo bueno. Sumada a dicha
segregación estudiantil, se crearon pruebas para “medir” la inteligencia del
alumnado, creyendo así que una cifra puede indicar las capacidades de un ser
humano. Aquí aparece el famoso CI, que además de la errada identidad que da a
las personas, las clasifica de acuerdo con su puntuación en: inteligencia
normal, inteligencia superior o inteligencia inferior; así que si no estamos en
el rango que el CI determina como inteligencia normal, tenemos el riesgo de ser
retardados, o excepcionales. Pensemos qué pasaría si en el momento de presentar
un TEST CI o el ICFES, estamos enfermos, indispuestos o desconcentrados;
entonces, ¿podríamos tener un retardo mental? Aquí está el problema, en que
estas pruebas son una fuente de información, son un posible indicativo de las
capacidades de las personas, pero no garantiza lo que en sí es esa persona, no
es la única fuente informativa.
Entonces,
¿cómo llegamos a esa formación integral? Pensando también en otros potenciales
que tenemos los seres humanos y que lastimosamente, se olvidan la mayoría de
veces. Tenemos la capacidad de equivocarnos y aprender de nuestros errores, de
seguir el ejemplo de nuestros padres o modelos, de demostrar que también pesan
los valores aprendidos y de saber que el proceso es igual de importante al
resultado.
Pensemos
en la importancia de tener un equilibrio en el ámbito profesional, en saber
complementar nuestras capacidades académicas con las emocionales, en saber
liderar a nuestra empresa o en saber dirigirnos a nuestros compañeros de
trabajo, en manejar nuestras emociones y saber qué se debe decir y qué no, en
adaptarnos con facilidad y tolerancia a los cambios, en conocer nuestras
debilidades y las de nuestro grupo de trabajo; en fin, son muchas las ganancias
obtenidas si entendemos que no somos seres humanos completos, que no estamos
divididos en pedacitos, unos que tienen un CI alto pero la inteligencia
emocional no está desarrollada; somos seres que nos complementamos de la una y
de la otra, que saben realizar un buen proceso para tener un buen resultado,
somos seres que tenemos la capacidad de aprender y mejorar nuestras capacidades
académicas y también de mejorar las relaciones intrapersonales e
interpersonales; no somos seres que saben, no somos seres que son, somos seres
que saben ser.
Maria Paula Silva Hernandez
No hay comentarios:
Publicar un comentario