viernes, 17 de agosto de 2012

Reino de Dios y Movimiento Estudiantil


Nos enviaron un archivo el Señor Fabian Alberto Rangel. sobre el Reino de Dios y Movimiento Estudiantil. El se esta preparando para ser Hermano de La Salle. Interesante. Entrada Valiosa.


El Reino de Dios logra hacerse presente en una sociedad  cuando el dinero no es motivo de opresión para el pueblo. Era precisamente todo el sistema económico del tiempo de Jesús el que estaba corrupto, las instituciones políticas dirigidas por Roma no se conformaban con cobrar impuestos por permitirles vivir a aquellos que eran esclavos en su propia tierra, pisoteando el esfuerzo histórico de un pueblo al haber luchado contra la esclavitud ante una fuerza extranjera para ser sometidos por otra mayor. 
Las instituciones religiosas aliadas al poder romano aseguraban su continuidad en el poder no sólo social, ya que lograban intervenir eficazmente en las dinámicas del pueblo, sino que su poderío económico se reafirmaba al sostener en el control del Templo las élites familiares que ostentaban como grandes aristócratas el manejo de los usufructos del mismo. Una cueva de bandidos era el templo porque allí el dinero era usado para oprimir y mantener controlada una nación.

La pobreza era una consecuencia necesaria en esta dinámica, sólo así se aseguraban poder sostener las distancias requeridas para que el orden establecido se mantuviera, distancias semejantes a las que Abrahán describe para el rico en una de las parábolas narradas en los evangelios. Sólo así se mantenía el dinero como demonio que poseía al pueblo enfermo.
La jerarquía sacerdotal judía sabía que Jesús representaba un peligro para su proyecto egoísta de control sobre el pueblo sólo en la medida en que su mensaje fuese escuchado por aquellos que tenían oídos y escuchaban porque eran ellos los que entendían la gravedad del sistema propuesto, eran ellos los que asumían la verdadera responsabilidad frente a la urgencia de cambio de la que Jesús les hacía partícipes.
Porque la exigencia del Reino consiste en dignificar la vida del ser humano denunciando y derrumbando de manera radical aquello que lo impida. Es allí cuando el conocimiento liberador  otorgado por Jesús nos recuerda que la educación es la exigencia actual que el estudiante Latinoamericano realiza para entender su liberación ante el yugo de la opresión del sistema para el capital y no para el ser. 

El gobierno colombiano ha asumido en sus políticas educativas más recientes decisiones que claramente desembocan en el sostenimiento de una brecha entre ricos y pobres, mancillando así la dignidad de los olvidados por el sistema educativo. En 1992 el gobierno colombiano destinaba 84 de cada 100 pesos necesarios para el sostenimiento de la universidad pública, hoy no logran ser ni siquiera 50 pesos para este rubro y es aquí cuando la conclusión debe ser clara: Si se desfinancia la educación estatal entonces el capital privado interviene. 

Las réplicas de tal situación las viven los estudiantes que deben pagar mucho más por el costo de sus matrículas. Al inicio de las políticas neoliberales el aumento parece imperceptible pero al mantener esta política utilitarista las consecuencias son devastadoras para el bachiller colombiano que no puede acceder a tal pago. En otros casos la familia de clase modesta no sabe si la mejor decisión para su hijo es entrar en una universidad privada barata o en una pública cara, la diferencia la conforman centavos pero su parecido es casi perfecto a la hora de comparar su calidad académica que desconcierta y resigna.

Se elitiza la educación condenando al colombiano que no logró acceder al privilegio de conocer a mantener un sistema inequitativo que agranda las brechas entre las clases sociales y que posibilita que el círculo de la opresión se sostenga por una generación más. 
Entonces la educación privada no debe ser una necesidad, así nuestro negocio como prestadores del servicio educativo superior desde las universidades católicas carezca de compradores, porque el bien del pueblo debe hacernos recordar nuestras prioridades cristianas. Como instituciones de Iglesia debemos acercar nuestro oído al clamor cristiano de la lucha estudiantil que desea alcanzar así un país con soberanía, democracia y paz. 

No nos puede pasar como al pobre lázaro y el rico con sus cinco hermanos: La estructura de poder educativa nos ha hecho partícipes como prestadores históricos de este servicio aceptando nuestra perspectiva misional católica por eso tal vez seamos más de seis hermanos que como en la familia del rico de la parábola gozamos de cierta estabilidad poco común para nuestro contexto. Pero entonces nos falta aceptar el clamor y la exhortación del hermano censurado, tal vez hemos tenido oídos pero no hemos escuchado que el estudiante no pide migajas de nuestra mesa en la que se ha convertido la educación superior privada, sino que exhorta y anima a una transformación tal que exige nos quitemos el vestido púrpura y de lino.

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